Es interesante este encuentro, esta coincidencia del "juego" y la "muerte". Los escritos de Melanie Klein sugieren que "el juego" es una actividad que permite el desarrollo del infante que moldea su personalidad. También sugiere que hay una relación entre el juego y los mecanismo que disipan la ansiedad generada por la "pulsión de muerte". Incluso para la pensadora del "juego", reconoce la "pulsión de muerte como un motor que dinamiza el desarrollo primitivo del infante.
A pesar de que me resisto a decir que puede haber un mecanismo sádico en el juego, el Sudden Strike 3: Arms for Victory es una evidencia que se me hace imposible pasar por alto.
El Sudden Strike 3: Arms for Victory es el último juego de una serie de juegos de táctica, logística y estrategia militar en tercera persona y tiempo real que supo cautivar al público europeo.
El Sudden Strike 2 se hizo tan popular por su editor que permitía construir mapas y escenarios.
El principal atractivo de este juego tiene mucho que ver con algo planteado en el título y reconocido por Hobbes como uno de los principales causantes de la guerra: "El Honor".
El Sudden Strike 3: Arms for Victory le permite al jugador comandar un ejército en una batalla. La flexibilidad de las jugas es increiblemente ámplio. Podríamos decir que en este juego la inteligencia artifical le brinda al jugador una experiencia de juego sorprendente. La cantidad de variables interviniendo en la jugada lo convierten en un juego de "Micromanagment". El jugador necesita dar series de órdenes, como en las verdaderas operaciones militares, de las que dependerá el éxito de la operación. Cada una unidad tiene una variedad de funciones muy similares a las de la vida real. Existen unidades especialidades. Los oficiales o francotiradores tienen largavistas. La infantería puede sacar mínas. Los ingenieros remover obstáculos o poner minas. Los camiones pueden transportar unidades, municiones, material de apoyo y artillería. La infantaría puede subirse a los tanques como medio de transporte. Y así una variedad de opciones que hacen de este juego una excelente fuente para apaciguar cualquier angustia obsesiva.
Video: Ofensiva Alemana sobre una posición Norteamericana.
El Honor ejerce una presión embriagante sobre el jugador. Vencer, aniquilar al enemigo. Sin duda la fantasía del honor, el poder, una megalomanía desatada.
Una sofisticada manera de reconstruir la omnipotencia nacisita del bebé en el vientre materno.
A pesar de que me resisto a decir que puede haber un mecanismo sádico en el juego, el Sudden Strike 3: Arms for Victory es una evidencia que se me hace imposible pasar por alto.
El Sudden Strike 3: Arms for Victory es el último juego de una serie de juegos de táctica, logística y estrategia militar en tercera persona y tiempo real que supo cautivar al público europeo.
El Sudden Strike 2 se hizo tan popular por su editor que permitía construir mapas y escenarios.
El principal atractivo de este juego tiene mucho que ver con algo planteado en el título y reconocido por Hobbes como uno de los principales causantes de la guerra: "El Honor".
El Sudden Strike 3: Arms for Victory le permite al jugador comandar un ejército en una batalla. La flexibilidad de las jugas es increiblemente ámplio. Podríamos decir que en este juego la inteligencia artifical le brinda al jugador una experiencia de juego sorprendente. La cantidad de variables interviniendo en la jugada lo convierten en un juego de "Micromanagment". El jugador necesita dar series de órdenes, como en las verdaderas operaciones militares, de las que dependerá el éxito de la operación. Cada una unidad tiene una variedad de funciones muy similares a las de la vida real. Existen unidades especialidades. Los oficiales o francotiradores tienen largavistas. La infantería puede sacar mínas. Los ingenieros remover obstáculos o poner minas. Los camiones pueden transportar unidades, municiones, material de apoyo y artillería. La infantaría puede subirse a los tanques como medio de transporte. Y así una variedad de opciones que hacen de este juego una excelente fuente para apaciguar cualquier angustia obsesiva.
Video: Ofensiva Alemana sobre una posición Norteamericana.
El Honor ejerce una presión embriagante sobre el jugador. Vencer, aniquilar al enemigo. Sin duda la fantasía del honor, el poder, una megalomanía desatada.
Una sofisticada manera de reconstruir la omnipotencia nacisita del bebé en el vientre materno.
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